30 septiembre 2007

El Poder Oculto De Las Palabras


A veces es complicado definirse a uno mismo.
Encontrar una explicación propia e inequívoca para ese ser humano que somos; conjunto único de imperfecciones y virtudes modeladas por el carácter y la experiencia.
Podemos hacer una profunda reflexión mirándonos al espejo, pero el resultado ( ampliamente vapuleado por nuestra inherente subjetividad) no será para nosotros ni la mitad de interesante como descubrirnos en los ojos de los otros.
Por otra parte una opinión real y sincera es también muy difícil de conseguir.
No nos queda entonces más remedio que hacer un dudoso combinado y examinarnos como si fuéramos extraños.
¿Y cómo diantres se hace eso?.
Por medio del poder oculto de la palabra. Examinando la forma de expresarnos.
La mayoría de las personas están convencidas de que cuando hablan, las palabras que utilizan sólo se refieren a las cosas que ellos quieren contar, reflejando únicamente el significado de aquello que designan.
Pero el escoger unas y no otras, la combinación resultante, la utilización; revelan una forma particular e intransferible de entender el mundo que nos rodea.
Aquellos para los que escribir es su modo de vida, manifiestan su personalidad en cada una de sus obras, aunque los personajes o personas reales a los que se refieran no tengan nada que ver con ellos ni con su forma de pensar. Muchas novelas y artículos periodísticos no necesitan estar firmados para reconocer a quien pertenece la mano creadora.
Las palabras se convierten así en un sello de identidad, reveladoras de un yo interior desconocido hasta por nosotros mismos; revelan nuestras emociones, nuestro pasado, nuestros miedos.
En cada libro que leo descubro agazapada la personalidad del autor. En principio (salvo imitaciones) no hay uno igual.

Y la creación de palabras es tan infinita como el ser humano.

Cada día surgen nuevas expresiones, unas no llegan a pasar del ámbito familiar, otras se extienden hasta crecer lo suficiente para integrarse en la vida diaria hasta que ocupan su correcto lugar en un diccionario. Aquí va un ejemplo.
Personalmente me quedo con la "lumpereza". Una enfermedad común que todos sufrimos de vez en cuando y que por fin tiene nombre.

Respecto a la "infinitud" del ser humano, según dicen andamos por los 6.621 millones de habitantes en la actualidad. Teniendo en cuenta un cálculo completamente orientativo, han existido hasta ahora 147.700 millones de personas.
Todas completamente distintas; con huellas distintas, con caras distintas, con experiencias distintas. Siguen naciendo más. Da mareo sólo pensarlo.
Y todavía hay quien busca el infinito alzando la vista hacia el universo.

26 septiembre 2007

El Síndrome Del Conejo Errante


Pues llevo a cuestas con los síntomas una semana y pico. Se manifiesta esencialmente los lunes; por experiencia propia y compartida.
Esa sensación medianamente angustiosa de estar en todas partes y en ninguna, haciendo de todo y en realidad absolutamente nada, murmurando con respiración entrecortada: "Dios mío, Dios mío, voy a llegar tarde".
Y aún cuando no tengo bigote ni hocico como el conejo de Alicia en el país de las maravillas, respiro la ansiedad provocada por la caída vertiginosa de la arena de un reloj que marca un tiempo que en realidad según los científicos no existe.
Pero bien que fastidia.

22 septiembre 2007

Reflexiones Sobre Sinónimos


Para todo escritor es indispensable tener a su vera un buen diccionario de sinónimos; por lo menos en mi caso es así.
Uno de estos días, hablando de este tema con una amiga poeta, compartimos pensamientos acerca de su uso y llegamos a la misma conclusión: no existe el sinónimo perfecto, cada palabra es "única en su especie" y lleva inherentes unas connotaciones propias inimitables.
No es lo mismo por ejemplo "ver" (parece indicar una actitud pasiva), que "observar" (indica implicación y premeditación) o "notar" (algo sale de lo corriente y destaca de lo demás).
No es lo mismo "acompañar" (aporta calidez y cercanía) que "escoltar"(un significado más rígido, nos da la idea de precaución por alguna causa).
Y que decir de los múltiples sinónimos que definen a ese animal cuadrúpedo de color rosa, ante cuyas rollizas patas es difícil quedarse indiferente; el cerdo.
De decir "eres un cochino" a decir "eres un puerco" la fortaleza del insulto se eleva varios grados.... sólo basta ver la cara del receptor del epíteto...

16 septiembre 2007

Resistencia Pasiva


Decían que era duro enfrentarse al papel en blanco; a ese trozo de papel impoluto e inmaculado que podía reírse durante días del escritor más aventajado.
Ahora nos enfrentamos de vez en cuando a los designios del poderoso ordenador.
Ese cerebro electrónico de a veces pérfido pensamiento, conglomerado de vengativos ceros y unos, que se niega tercamente a funcionar en el momento más inoportuno. Hasta que previo pago, aparece por la puerta el informático. Entonces reanuda como digo, pérfidamente, su trabajo, mostrando todas y cada una de sus habilidades en respuesta a las caricias expertas del hombre a sus teclas. Hace cosas que ni tú mismo sabías que podía hacer.
Y uno, relegado, en segundo plano.
Contestando las preguntas del médico informático con voz cada vez más apagada.
" Y dígame usted ¿ qué es lo que no va?"
"No quiere imprimir este archivo".
Entonces de repente, la impresora escupe una hoja tras otra.
"Esto esta bien" . Y nos mira con tranquilidad de arriba abajo, insinuando que quizás no es el ordenador el que necesita un arreglo.
" Pues en Internet hay páginas que no me cargan y me echa, dice que ha detectado un problema y listo"- se oye uno decir insistente
"Dígame que páginas"
"Esta y esta....". El hombre prueba y no pasa nada. Con su silencio ya lo dice todo.
"Pues yo le juro que no me dejaba....."- murmuras próximo a perder la dignidad.
En fin. Que levante la mano quien no tiene un ordenador con manías .

12 septiembre 2007

Como Los Niños


Hoy en día la mayoría de los escritores utilizan el ordenador como la herramienta más cómoda en su trabajo. Pegan, cortan, corrigen, modifican los márgenes....
Otros, prefieren aún la máquina de escribir, renuentes a abandonar el contacto y el olor del papel más el ¿poético? martilleo de las teclas. Yo aprendí con una de las antiguas. Grande, ruidosa. De esas en las que el dedo meñique mantenía una terca tendencia a meterse entre dos teclas y veías las estrellas sin falta de noches oscuras y despejadas. Sobre todo con los números que vivían en los extremos de la última hilera.
Los menos, hablan de la belleza del uso de la pluma, verdadero utensilio asociado a la profesión, y suspiran por esas cuartillas rellenas de palabras garabateadas, como si fueran manuscritos preciosos.
Luego esta la nena. Osease yo misma. La que escribió casi trescientas páginas de novela a lápiz. Como los niños: para poder borrar.

08 septiembre 2007

Una velada inolvidable

No hay mayor alimento para el alma de un autor (exceptuando el más importante, el acto mismo de escribir) que el brillo en los ojos de un lector anónimo deslizarse por las líneas de su libro.

Y la presentación ayer en Gijón de “Sombras en el corazón” fue uno de esos actos inolvidables, rodeada de amigos.

Amigos conocidos y amigos anónimos también; porque todos al fin y al cabo compartimos un amor común, sin celos, sin actitudes posesivas: el amor a la literatura.

Gracias Marian, gracias Natalia, gracias Esperanza, gracias Edurne, gracias Fernando….

04 septiembre 2007

Hoy Vamos A Ser Comprensivos.


He sido buena. Me he apiadado de uno de mis personajes. Tenía todos los boletos para convertirse en cadáver ambulante (es que los que reposan en sus tumbas y no dan nada que hacer no tienen la misma gracia, reconocerlo).

Su obligación era la de convertirse en un muerto intrigante. Bueno, pues le he dado un aplazamiento. A ver que es capaz de hacer. Lo hemos charlado detenidamente y me ha asegurado que me puede dar más juego vivo que muerto. En realidad creo que sus palabras son fruto de la ansiedad, del miedo de verse arrancado de los renglones de la novela; quiere respirar más tiempo el aire con olor a papel y deslizarse una y otra vez por los párrafos, página tras página. Es su vida. Es la que conoce y no quiere perderla.

Le reduciré entonces la pena. Pero la trama debe continuar....

01 septiembre 2007

Cinco Minutos


Madrid, 14 de Diciembre de 2006. Salón de Grados de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Presentación de la editorial Maghenta de Zaragoza.

Después tiempo de canapés. Y allí conectamos por vez primera los autores, ya no noveles gracias a Maghenta, sintiéndonos muy afortunados y agradecidos a nuestro editor Carlos Cambra, que por cumplir su sueño, nos regaló el nuestro.

Cinco minutos hablé con Nicolás Jorge Valero. Su señora y yo también cruzamos unas palabras, comentándome lo feliz y animado que se encontraba por la publicación de su libro. No hacía falta decirlo; sus ojos, igual que los de todos, reflejaban ilusión.

No volvimos a coincidir. Y yo me quedo con el recuerdo de esos cinco minutos. Un buen recuerdo.

Nicolás Jorge Valero, autor de "Madrid no vale una misa". Un autor del que se oirá hablar en un futuro. Muy buena novela)” www.maghenta.com/presentación.htm

Este es un enlace de los primeros capítulos del libro.