Navidad y niños
Cada año las navidades parecen menos navidades y mas una lista de deberes a cumplir que provocan, en vez de alegría, una gran ansiedad por tenerlo todo bajo control.
Carreras por los supermercados y plazas, agobio en los centros comerciales atestados de gente desesperada por encontrar en el último momento algo que regalar... y esas cartas infantiles a los reyes, que con el paso del tiempo se están convirtiendo en libros enormes de
"quiero, quiero y quiero..." y me pregunto ¿nos estarán copiando a los adultos?
Parece que aún lo estoy viendo: entro en una tienda de juguetes (convenientemente abarrotada, por supuesto) y distingo a una madre con su niño.
La mamá, con toda la buena intención del mundo, le enseña los juguetes para que vea la diferencia entre lo fantásticos que se ven por la pequeña pantalla y la realidad. Hay que hacer un pedido consecuente a los Reyes Magos y evitar la decepción final.
No hacía falta que se molestase. El niño pide un catálogo.
"¿Para qué mi vida?" pregunta la madre intrigada. "Para los Reyes, quiero uno de todo, por si alguno no me gusta".
Práctico el niño. Para que vamos a gastar en tinta. Enviando un catálogo entero no hay confusión ninguna. Así facilitan la tarea a sus graciosas majestades las nuevas generaciones.
Y sin embargo... a pesar de todo, los niños son el verdadero espíritu de la navidad. Esa tremenda alegría en la mirada, las carreras por las casas, la ilusión de acostarse tarde "como los mayores, porque mañana no tengo cole.....".