Infidelidades

Hablar sobre infidelidad daría para libros enteros, de por qué existe, de quienes la padecen y de cómo se lo toman los agraviados.

Lo que si parece es que en general, a hombres y mujeres les causa dolor diferentes aspectos del engaño.

Mientras los hombres se centran más en el hecho físico de que su pareja estuvo o esta con otro, para la mujer lo peor es la pérdida de confianza, la traición en sí (recordemos la canción de Alaska y su estribillo de "¿cómo pudiste hacerme esto a mí?"). Y ese regustillo amargo de que lo tomen encima a uno por tonto.

Reacciones: irreprimibles ganas de vengarse, una fuerte depresión, o incluso la aceptación. Se puede pasar por todas las fases o quedarse estancado en una de ellas.

También existe la opción de callar y aguantarse, como sucedía en la antigüedad o como les pasa ahora a las parejas de políticos. Y encima sin perder la sonrisa.

Desde luego la venganza suele ser la primera opción, que en la mayoría de los casos se queda en lo que se denomina "derecho al pataleo". No se consigue absolutamente nada, excepto cierto desahogo y finalmente sentirse peor que al principio; en resumen: hasta los cuernos hay que saberlos llevar con dignidad.

Luego también hay que tener en cuenta otro factor que empeora la situación, el cómo ha sido el descubrimiento.

Y si no que se lo cuenten a la mujer australiana, que despues de recibir por equivocación un mensaje amoroso de su marido en el móvil (peligrosísimos son los móviles hoy en día, tanto como los emails) se encontró en su propia cama un envoltorio de condón y unas bragas usadas que no eran propias. Acción, reacción, que dicen.

Para el Ebay se fueron ambos objetos. Por otra parte, a parte de inmadurez, que poco "glamour", la verdad. Mira que no habría camas en el mundo, ni lugares distintos a la propia casa que se comparte con la pareja.

Uno que sin embargo, es de admirar, porque del disgusto paso a la aceptación y no la tomó con quién no debía, fue el inmigrante africano que descubrió -por una prueba de ADN solicitada por los EEUU para que sus hijos pudieran reunirse con él y tener mejor vida-, que de cuatro, sólo el mayor era suyo. Para él siguen siendo sus hijos y los quiere junto a si. Y no es por venganza contra la parienta, porque su mujer ya murió.

Y por último, la nota más infantil, que para no variar, en vez de por niños, casi siempre esta protagonizada por ancianos.

En una localidad brasileña, los políticos de turno se debieron tomar a rajatabla aquello de que para el pueblo "pan y circo".

Consistió en una campaña en la que se le regaló Viagra a los ancianos del lugar.

"Pene alegre" se llamaba la campaña (en Brasil tenía que ser).

Funcionó maravillosamente, excepto por un pequeño detalle; en vez de usar las pastillas para beneficiar a sus parejas de toda la vida, la mayoría fue a experimentar con jovencitas.

Solución: las bienamadas autoridades locales, entregaron la siguiente tanda de Viagra a las esposas, para que "Así ellas, cuando tengan ganas, se las den a sus maridos"